lunes, 11 de enero de 2016

Que más que loca, llego a ser demasiado ingenua y pendeja cuando de tu amor se trata.

Deseo que les digas a todos que estoy bien loca y que no te quedó de otra.
Que te desveles pensando en todos tus pasados antes que en el nuestro y aún así termines masturbándote mientras te acuerdas de la primera vez que te enseñé las tetas.
Que te abracen a la hora de dormir, que no te falte a quien decirle "te amo" con la boca seca y el aliento de satisfacción mentirosa.
Que te duelan los dientes por no poder besarme los hombros desnudos y te tomes una pastilla que sólo haga que te apendejes hasta quedarte dormido.
Quiero que te sientes frente a tu computadora cuatro horas seguidas y cuando voltees a tu cama, te esperen un chingo de caras dormidas cansadas de idolatrarte, alardeando toda la fama y éxito que según tu a tu poca edad has logrado conseguir.
Que ninguna canción te recuerde a mí, que dediques a quien se deje versos de otros, pero te acuerdes clarito de mi voz tarareando las canciones que te cantaba en la madrugada cuando vayas en el camión pensando en esa canción que no recuerdas cómo va.
Que una noche te dignes a tocar tu piano y no recuerdes nadita las veces en las que me hacías madrugar sólo para escuchar cómo tocabas para mí.
Que conozcas a un montón de mujeres, que se dejen hacer todo lo que un día quisiste hacerme a mí, que te aburra cañón que no le tengan miedo a nada, ni a ti,
Quiero que te diviertas con otros, que intenten seguir el chiste contigo hasta que deje de ser gracioso, que te pongas de malas cuando no sean mis comentarios estúpidos los que arruinen el momento y encabronado tengas ganas de manosear a alguien para distraerte de pensar que todas las miradas de complicidad te recuerdan a mi mueca contenida cuando sólo yo sabía hacerte sentir rico.
Quiero que tengas días jodidos para que te acuerdes de mi cara de idiota enamorada cuando alguien más te quiera levantar el ánimo; que extrañes cuánto me esmeraba en mis palabras de aliento cuando quería hacerte recuperar la felicidad, que todas las mujeres que se quieran dedicar a hacerte feliz, te recuerden a mis ojos tristes.
Quiero que te salven, que se te joda el plan de caer, que pienses en la pendeja que estaba dispuesta a hundirse contigo y sonrías aliviado por no haberlo permitido.
Que te topes con un buen de gente que le tema al rídículo y no puedas olvidarme; que no me superes.
Quiero que te roben más suspiros de los que yo intenté quedarme, que me quieras abrazar muy fuerte cuando te manden cachitos de canciones de Leonel García a medio día. Que haya quien sí termine de ver películas contigo, quien sí entienda la emoción con la que cantas sabiendo que cantas de la fregada, que recorras varios cientos de kilómetros pero ya no por mí, sino para regresar a tus vicios de siempre, con piernas más largas, con historias que contar, música y colores nuevos.
No quiero ser otra más de las que han llegado a hacer de tu vida un pinche infierno, quiero que degeneres cada momento en que regreso a tu mente, que se te pare cuando te des cuenta que nunca me vas a poder tener y que ni olvidarme te va a salir bien a la primera y te la tengas que jalar pensando que me quieres.
Que más que loca, llego a ser demasiado ingenua y pendeja cuando de tu amor se trata.

miércoles, 6 de enero de 2016

Tu intermitencia.

Cuando pienso en ti, lo primero que se me viene a la mente son tus ojos; y bueno, tu intermitencia. No me querías a tu lado, pero tampoco me querías con nadie más. No te quedabas, pero tampoco terminabas de irte. No me dejabas extrañarte, pero mucho menos olvidarte.
 Finalmente llegó un punto en el que de tanto pasar la hoja, la hoja me terminó pasando a mí y me di cuenta que no podía seguir queriendo a alguien que estaba más en mi cabeza que en mi vida, alguien que estaba más en mis letras que en mi cama, alguien que estaba más en esas noches de insomnio y desesperación que en en las tardes de plena paz.
Y por fin comprendí que eso no era lo que quería para mí, que tú no eras la persona que yo necesitaba... O tal vez sí, pero sólo para demostrarme las cosas que ahora comprendo; como comprender que valgo mucho más de lo que un hombre me haga creer, comprender que no soy mujer de rato y darme cuenta que te idealicé y realmente tu yo verdadero estaba mucho más lejos de lo que yo creía.
 Ahora sé con completa certeza que merezco a alguien que siempre me elija, ya no me voy a volver a conformar con ser sólo una simple opción como siempre lo fui para ti, jamás volveré a dejar que me hagan sentir como si me estuvieran haciendo el ¨favor¨.
Pero, incluso, ahora tengo que reconocer que no todo fue malo; desde que te fuiste y me decidí a ya no ir detrás de ti, se me hace mucho más fácil dejar ir.
La verdad es que al final he terminado por acostumbrarme a tu ausencia.
Te fuiste tantas veces de mis manos, que tarde o temprano estaba segura que tendrías que irte también de mi vida.
La última vez que hablamos me dijiste que si no quería seguir con esto ¨contigo¨sólo debía decirlo y yo me quedé callada sin poder decir que simplemente tenía miedo de quererlo demasiado.
Así que ahora estoy aquí escribiéndolo para que lo sospeches pero la duda me proteja y nunca puedas confirmarlo.
Gracias por dejarme ir, probablemente yo no hubiera podido soltarme sola.

 Somos eso que se encuentra una vez y se trata de olvidar toda la vida.